Nuestra experiencia en Marrakech
Una de las ciudades más bonitas de Marruecos es sin duda Marrakech. En esta publicación vamos a contaros qué ver y qué hacer en Marrakech.
Volamos un miércoles desde el aeropuerto de Madrid – Barajas a las 18:50. Llegamos a Marrakech puntuales, sobre las 20:50. Antes de salir del aeropuerto tuvimos que rellenar un papel para confirmar que no teníamos el famoso coronavirus ni habiamos estado en contacto con nadie que lo tuviera.
Justo antes de salir, hay dos mostradores de dos compañías telefónicas por si queréis comprar una tarjeta SIM. Como ya os contamos en la publicación Qué saber antes de viajar a Marrakech, no compramos nuestra tarjeta SIM aquí porque ningún mostrador era de Maroc Telecom, la mejor compañía telefónica del país.
Al salir del aeropuerto nos estaba esperando el conductor de nuestro traslado privado con un cartel con el nombre de Jose. Fuimos en un coche limpio y amplio. El traslado duró unos 20 minutos y nos dejó lo más cerca posible del riad, a unos 350 metros, ya que no podía continuar con el coche. Pero no tenía perdida, eran 5 minutos caminando en línea recta.
Al llegar a nuestro riad, Riad Amiris, el trato fue genial. Los dos recepcionistas hablan bien inglés y son muy simpáticos y amables.
Una vez soltamos los bolsos de viaje en la habitación, nos tiramos a la calle deseosos de conocer la noche en Marrakech. Pronto empezamos a flipar, pues la plaza Jemaa el Fna se encontraba a tan solo 2 minutos. Es la principal plaza y el más famoso lugar de la ciudad. La plaza es enorme y está rodeada por todos los lados, menos por uno. En los bordes de la plaza hay un buen número de cafés, como el café Francia, y restaurantes de todas las categorías, que abren sus terrazas hacia el espectáculo que se forma en esta monumental escena.
Todo en Marrakech gira en torno a Jemaa el Fna. Miles de personas se dan cita en este espacio público llenándolo de color, cultura y negocio.
Tuvimos que atravesar la plaza para llegar hasta el restaurante que habíamos escogido para esta noche: KABANA ROOFTOP FOOD & COCKTAILS.
La entrada del restaurante es poco o nada llamativa. Hay que subir por unas escaleras hasta llegar a la azotea que es donde realmente se encuentra el restaurante. El lugar es precioso y el servicio muy amable. Tiene unas vistas muy bonitas con una preciosa decoración. Los clientes son todos prácticamente turistas ya que la comida es bastante europea.
Merece la pena visitarlo porque el lugar es muy bonito, pero si queréis que seamos sinceros, la comida es bastante normal. Pedimos tres platos y dos cervezas y la cuenta fue 330 Dírham (31€ aproximadamente).
Eran aproximadamente las 23h y estábamos cansados por lo que decidimos volver a nuestro riad para descansar y recargar las pilas para el día siguiente.
A la mañana siguiente (jueves), nos levantamos sobre las 9h. Estábamos deseosos de probar el desayuno del riad y tal expectación no defraudo. Nada más abrir la puerta de nuestra habitación, la cual daba al patio del riad, nos sentamos en una de las mesas y rápidamente empezaron a traernos platos.
Fue todo un gustazo desayunar solos en el tranquilo patio del riad esta comida casera y tan rica.
Tras el desayuno, lo primero que queríamos hacer era comprar la tarjeta SIM. Le preguntamos a Abdel, uno de los recepcionistas, el cual se ofreció a acompañarnos a la tienda de un amigo suyo. Según nos dijo él, el precio que íbamos a pagar al ir con él era el que pagaría cualquier marroquí y no nos cobrarían de más por ser turistas. La tarjeta SIM de Maroc Telecom nos costó 20 Dírham y cargarla con 2 GB de datos, otros 20 Dírham. En total 40 Dírham que aproximadamente son 3,75€.
A continuación, Abdel nos invitó a ir a una tienda de una amiga suya donde fabricaban aceite de Argán. En Marrakech puedes encontrar el aceite de Argán en multitud de tiendas de cosmética o alimentación, pero ten cuidado porque es muy frecuente que el que te ofrezcan no sea puro pues lo mezclan con otros aceites vegetales. No es fácil distinguir el auténtico del adulterado. Decidimos no comprar nada por este motivo y porque no queríamos ir cargados todo el día con ello.
Nuestra primera visita turistica del día se encontraba al lado de esta tienda y se trataba del Palacio de la Bahía (de finales del siglo XIX) el cual es considerado uno de los grandes palacios de la ciudad. La entrada cuesta 70 Dírham por persona (6,5€ aprox.).
Es una obra maestra artística que data del esplendor de la arquitectura marroquí de carácter andaluz. La visita se realiza a través de un laberinto de patios y salas, que en un primer momento puede resultar algo desconcertante, pero que gracias a su distribución te sorprenden con rincones llenos de belleza a cada paso que das.
Lo malo del palacio es que está abarrotado de turistas, pero si echas la vista hacia arriba y observas la belleza de los labrados de los arcos o los increíbles trabajos en madera de los techos te hacen olvidar que aquel lugar está lleno de personas.
Después de más de una hora recorriendo los salones, patios y jardines de este bellísimos palacio nos dirigimos a otro palacio, éste mucho más antiguo que el anterior.
El Palacio Badi (Palais El Badii) fue construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la derrota de los portugueses en Wed al Makhazín (la Batalla de los Tres Reyes).
Dado que actualmente se encuentra totalmente en ruinas, tenemos que fiarnos del enorme tamaño de su patio y tener un poco de imaginación para hacernos una idea de lo que llegó a ser. Se dice que «El Incomparable» (El Badii) fue un palacio con más de 300 habitaciones decoradas con los mejores materiales de la época: oro, turquesas y cristal.
Si lo vais a visitar, no olvideis subir a las murallas para contemplar las vistas de Marrakech. El precio de la entrada es 70 Dírham por persona (6,5€ aprox.).
Eran aproximadamente las 15h y nuestros estómagos crujian, así que volvimos sobre nuestros pasos para ir a un restaurante que nos había recomentado Abdel (el recepcionista del riad) al lado del Palacio de la Bahía.
La table de Marrakech es un pequeño restaurante con una terraza con vistas muy bonitas. La comida es buena y a un precio más que razonable, 150 Dírham nos costó. Como ya hemos comentado, su situación es estupenda, junto al Palacio de la Bahía y en plena Medina, lo que implica sortear motos y coches para llegar hasta él.
Una vez terminamos de comer, nos dirigimos a las Tumbas saadíes. Son uno de los lugares más visitados de Marrakech y datan de finales del siglo XVI.
Había cola y el precio de la entrada era también 70 Dírham por persona. Habíamos leído que era un pequeño espacio bonito de ver, pero el precio de la entrada y la cola eran desproporcionados respecto a lo que se ve dentro, así que decidimos no entrar.
Junto a las tumbas, se encuentra la Mezquita de la Kasbah o Mezquita de Moulay al-Yaz. Es una mezquita de los viernes (que alberga las oraciones especiales de los viernes al mediodía), construída por Yacoub Al Mansour en el siglo XII. Junto con la Koutoubia es una de las mezquitas históricas más importantes de la ciudad.
La noche anterior vimos la Koutoubia, la mezquita más importante de Marrakech, pero ahora queríamos verla de día e intentar entrar.
En el camino hacia la Koutoubia, paramos en un pastelería para descansar y probar los dulces típicos marroquíes de los cuales tenemos que decir que no somos muy fans. Pero para quien le gusten, la pastelería tenía muy buena pinta y tenía mucha variedad de dulces y otros productos caseros marroquíes: La Vanilla patisserie and cafe.
Desde la place des Ferblantiers, nos adentramos por la calle Riad Zitoun Lakdim, una calle larga repleta de puestos, tiendas y riads que desemboca en la gran plaza de Jemma el Fna.
Al final de la plaza se encuentra la Mezquita Koutoubia, la cual fue una de las mayores del mundo islámico cuando finalizó su construcción en 1158. Destaca por su alto minarete (que recuerda a la Giralda) y por su color, piedra de arenisca rosada, típico de la ciudad. Su nombre, que significa «mezquita de los libreros», se debe a las numerosos puestos de libros que la rodeaban en sus primeros tiempos.
Nuestra intención era entrar pero al igual que en el resto de las mezquitas de la ciudad, la entrada está prohibida a los no musulmanes y deberéis conformaros con verla desde fuera. A cualquier hora del día encontraréis mucha gente cerca de la Mezquita, ya sea en la calle o en sus jardines.
Después de pasear por los alrededores de la Koutoubia volvimos a la plaza Jamaa el Fna donde la actividad nunca para. Eran ya las 17:30 aproximadamente y estábamos muy cansados, así que decidimos sentarnos y tomar un típico té marroquí. El lugar escogido fue Le grand balcon du café glacier.
Café-Restaurante con una terraza. Las vistas son estupendas. Se ve toda la plaza por ambos lados. El personal fue un poco seco y te obligan a coger una bebida antes de entrar. Todos los refrescos, el agua mineral o el té costaban 20 Dírham.
Sin pensarlo, subimos en un momento en el que se acercaba la puesta de sol. Las mesas del principio de la terraza estaban todas ocupadas, así que tuvimos que irnos al final de la misma y realmente fue toda una suerte porque es desde esta parte donde mejor se ve el atardecer. Estuvimos más de una hora con nuestros tés disfrutando de la actividad de la plaza y del espectacular atardecer.
Tras la puesta de sol nos fuimos a nuestro riad a darnos una buena ducha y relajarnos un rato, pero no mucho tiempo, pues queríamos disfrutar ahora de la vida nocturna de Marrakech y qué mejor sitio para vivirla que la plaza Jemaa el-Fna. ¡Uno de los mayores espectáculos del mundo! O, al menos, de Marruecos…
Después de nuestro paseo nocturno por la plaza nos fuimos a un restaurante cercano al riad que recomendaban nuestros amigos de ImanesDeViajes en su publicación Dónde comer en Marrakech: 10 azoteas y restaurantes chulos.
La Cantine des Grazelles es un pequeño restaurante que ofrece cocina marroquí con una amplia gama de opciones de cuscús, tajines y kebabs. La comida, el servicio y el trato son excelentes. Sus camareros siempre tienen una sonrisa y el servicio es limpio y rápido. Además, los precios de los platos son muy económicos. Te recomendamos reservar con antelación. Nosotros lo hicimos la noche anterior ya que fuimos cerca de las 23h y nos dijeron que ya iban a cerrar la cocina.
Una vez cenados, nos fuimos a dormir ya que a la mañana siguiente (viernes) teníamos que levantarnos temprano para nuestra excursión de 2 días al desierto de Zagora.
Del desierto llegamos a Marrakech el sábado sobre las 18h. Rápidamente fuimos al riad, dejamos la mochila, nos aseamos y a la calle otra vez. Nos esperaba el mejor paseo por Marrakech. Y es que nos quedaba una zona de la medina que aún no habíamos pisado y fue la parte que más nos gustó: El Zoco de Marrakech.
El espíritu caótico y cautivador es el que se respira a lo largo y ancho de todo Marrakech, pero donde mejor se puede captar es en su zoco, el souk. Un laberinto de callejuelas llenas de puestos y tenderetes donde los marroquíes hacen sus compras y donde los comerciantes estipulan el precio, como es habitual en el mundo árabe, según seas nativo o turista.
El zoco se extiende desde el norte de la plaza de Jamaa el Fna y ocupa muchísimas laberínticas calles. En él se puede conseguir todo tipo de ropa, comida, especias, artesanía, productos típicos de la zona y del país. A medida que vas cambiando de calle te das cuenta de que los artesanos se encuentran agrupados por gremios.
En el zoco, deberéis decidir si entrar o no en el principal juego local: el regateo. No debéis pagar más de un tercio de lo que inicialmente pida el vendedor. Hasta el momento no habías comprado ningún souvenir y aquí nos llenamos de ellos.
En nuestro paseo por el zoco, sin saberlo y de sorpresa llegamos a un lugar que no conocíamos, aunque sí habíamos visto fotos de el sin saber que era la Plaza de las Especias.
Rahba Kedima o Plaza de las Especias se sitúa al norte de la Plaza de Jemaa el Fna. Es uno de los lugares más fotogénicos de Marrakech donde se combinan los colores de las especias y los diseños de alfombras y tapices con los montones de objetos de rafia que ocupan el suelo y las jaulas de tortugas, camaleones y lagartos que te ofrecen algunos vendedores.
De lana y hechas a mano, las alfombras marroquíes se han convertido en todo un objeto de deseo en el mundo de la decoración. Si te animas a llevarte un poco del sabor de Marruecos a tu casa con una alfombra bereber, este es un buen lugar para encontrarlas.
El lugar también es conocido por concentrar curiosos puestos en los que se venden pócimas mágicas y brebajes que sirven como remedios ancestrales para curar todo tipo de males. Se trata de una de las visitas más curiosas dentro del laberíntico zoco de Marrakech.
Y para rematar nuestra visita a esta maravillosa ciudad decidimos hacer nuestra última cena en uno de los mejores restaurantes de Marrakech.
Le Jardin es un sitio precioso que sorprende nada más entrar. Un oasis escondido entre las mágicas callejas del zoco. La atención está a la altura de la estupenda comida que sirven. La cocina marroquí es variada y de calidad. El precio va acorde con el sitio y los platos. Eso sí, no sirven alcohol.
Nosotros pedimos una pastilla espectacular, unas empanadillas de queso y un sandwich de pollo asado riquísimo, más una botella de agua. El precio fue 313,20 Dírham (29,50€ aprox.). Es un lugar muy recomendable, precioso y tranquilo.
Y con esta rica cena y con nuestras compras hechas terminó nuestra visita a esta sorprendente ciudad ya que a la mañana siguiente (domingo) nuestro vuelo salía a las 9h.
En cuanto al traslado al aeropuerto; lo hicimos en taxi desde una calle al lado de nuestro riad por 80 Dírham (7,5€ aprox.).